viernes, 8 de febrero de 2013

INFANCIA, 7-8 AÑOS (II)




·         Desarrollo de la personalidad: entre los 6 y los 12 años, los niños siguen avanzando y desarrollando la construcción de su personalidad, además se producen cambios concernientes al autoconcepto y la autoestima. De los 8 a los 12 años se hace más evidente la parte más social del autoconcepto, las relaciones interpersonales y las comparaciones con otros niños pasarán a vivirse de una forma continua. Además se observa que en lo referente a las descripciones se incrementará notablemente las alusiones a contenidos y rasgos internos de la personalidad, puesto que no sólo se centran en rasgos externos, sino que ganan en subjetividad y se convierten en valoraciones más objetivas y realistas. La razón principal de estos cambios se encuentra  en los avances de tipo cognitivo, que le permiten asociar contenidos y después realizar abstracciones de nivel superior, ya que poseen la capacidad para adoptar perspectivas diferentes, y son capaces de verse a ellos mismos de una manera más global.  En este período es posible señalar dos dimensiones de la autoestima relacionada con el aspecto físico y la autoestima relativa a la competencia académico-social o de destrezas físicas. Los niños expresan y asocian determinadas situaciones con emociones básicas como la alegría y el enfado, pero llegado a este punto, aumenta el abanico emocional y experimentan emociones más complejas como el orgullo, la vergüenza o el sentimiento de culpabilidad. A partir de los 7 y 8 años es cuando comprenden la existencia de acontecimientos que provocan dos sentimientos al mismo tiempo, e incluso llegan a aceptar que ambos sentimientos puede ser contradictorios. Es necesario destacar que con estas edades comienzan a controlar, comprender y regular las emociones, ocultando o exteriorizando un sentimiento o emoción en función del contexto en el que se encuentren.

·         Socialización: el niño de 6 a 12 años va adquiriendo conocimientos de las características de los otros, basándose en que comienzan a darse cuenta de que igual que ellos conocen a sus familias y amigos, éstos les pueden conocer a ellos mismos de igual forma. Subrayar, como dicen Piaget & Inhelder (2000), la importancia “de la experiencia adquirida como de la vida social en general”. Son capaces de comprender el punto de vista de otras personas y ser conscientes de que esas personas pueden tener un punto de vista distinto al de ellos, puesto que no se encuentran en la misma situación. Los niños además de saber tomar en consideración o estado, situación o características de las personas conocidas  son capaces  de ponerse en el lugar de grupos amplios, comprenden los sentimientos de los otros. Además las emociones que son capaces de comprender van ganando complejidad, aceptando el sentimiento de orgullo, culpabilidad, etc. También es un triunfo importante la capacidad de empatía ante emociones complejas sin que existan indicios externos. Aumenta su capacidad de reflexión, desarrollándose habilidades sociales y profundizando mucho más en la descripción de personas. En este estadio comienzan a matizarse algunos de los aspectos sobre sus relaciones con amigos y familiares, y las relaciones que se establecen no están basadas en la imposición, sino que aparece el consenso mutuo entre los integrantes del proceso de socialización. En el proceso de formación y consolidación de los grupos sociales de constata que “la estructura del grupo está muy influida por lo que a cada uno de los miembros agrada o desagrada”. (Lamberth, 1982) La amistad aparece como una relación recíproca entre los componentes, se crean también sentimientos como la preocupación y la confianza entre los amigos.  Los niños van configurando una forma de entender la vida y comprenden el sistema de jerarquías que establece un líder. Se abandona el egocentrismo tan característico de las etapas anteriores, sobre todo la de Educación Infantil.